jueves, 27 de julio de 2017

Reseña: Satan's Pilgrims - Siniestro (SP Records, 2017)




Es una realidad que durante los noventa, el mundo musical de Estados Unidos vivió una época gloriosa provocada por la unión de diversos factores, pero debajo del furor del llamado grunge y toda la efervescencia de MTV, en el subsuelo se generó un movimiento impulsado por las radiodifusoras universitarias y el actuar de jóvenes que entendieron que a través del trabajo mutuo se obtiene mejores resultados.

Con eso en mente, en 1992 se unieron cinco jóvenes amigos de Portland con los más diversos gustos musicales y, como ellos mismos nos comentaron en la entrevista que les realizamos, el fundar una banda de música surf instrumental nunca fue el plan original, pero al final las cosas simplemente se dieron.

Ya han pasado 25 años desde entonces y ahora cada uno de ellos cuenta con nuevas responsabilidades, hay hijos que atender, una renta que pagar y durante 8 horas diarias deben desempeñar otras labores que les permiten solventar sus gastos, pero encima de todo eso continúa su pasión por crear música, razón por la cual los cinco integrantes siguen en este camino, aunque ya no con la regularidad de sus inicios, aunque eso no fue impedimento para que este año se presentaran por primera vez en la Ciudad de México (recomendamos leer nuestro recuento del festival Wild O 2).

Después de ocho años de su anterior LP, Psychsploitation, catalogado por algunos especialistas como uno de los mejores trabajos en la historia de la música surf, el quinteto instrumental caracterizado por el atípico uso de tres guitarristas presenta su nuevo material, el cual ya es el séptimo en su trayectoria.

Creado de manera lenta y sin prisas, especialmente por el hecho de que Ted, baterista del conjunto, desde hace varios años radica en otra ciudad (como nos lo contó en la entrevista que le realizamos), el álbum se aleja por completo del sonido psicodélico y experimental que caracterizó su anterior trabajo y en su lugar ahora presentan un estilo más cercano al que dominó sus primeros materiales.

A través de 15 canciones, el álbum es como una maquinaria bien aceitada y bañada en reverb en la que no hay lugar para los errores. En algunos casos, tener tres guitarristas para un conjunto instrumental podría significar un abuso, pero no para ellos que saben aprovecharlos al máximo para impregnarle a sus nuevas composiciones un toque energético como un torbellino y fresco como los primeros rayos de la mañana.

Desde los primeros tamborazos de "Buggin' Out", el tema con el que abre el disco, se siente un sonido lleno de poder que pareciera ser ejecutado por unos veinteañeros y no por unos experimentados músicos que ya se acercan el medio siglo de vida, en tanto que en "Taki (Souvlaki)" se escucha una fuerte influencia de los Fender IV y en "Creep Beat" se adentran en las atmósferas del horror surf que caracterizaron a varias de las composiciones que integran sus primeros álbumes. Por último, el material finaliza con "Manzanita", que detrás de tan inocente título se encuentra una composición relajada, tranquila y con el dulce sonido de las olas del mar como fondo musical.

Si bien, es cierto que desde hace algunos años la banda ha tenido muy poca actividad y sólo suelen ofrecer escasos conciertos al año por las distancias geográficas que existen entre sus integrantes, la realidad es que el resultado obtenido con su nuevo álbum demuestra la sincronía mental que existe entre cada uno de sus miembros y la plenitud con la que gozan actualmente.



No hay comentarios.: